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Aprovechamiento de aguas residuales para la producción de alimentos en Cusco

Desde el pasado mes de octubre, 25 familias de los distritos del Cusco están promoviendo el reuso de las aguas grises en actividades de limpieza y el riego de las huertas urbanas para la producción de alimentos.

En los últimos tres años, la ocupación de las zonas de ladera y altas de la periferia urbana de la ciudad de Cusco se ha multiplicado geométricamente sobre zonas sin servicios de agua potable ni sistemas de alcantarillado, en viviendas precarias, donde más del 80% de la población accede al agua mediante cisternas, piletas públicas o servicio domiciliario por una hora diaria o tres veces a la semana. En peor situación, otro 20% de la población simplemente no tiene agua y depende de los comerciantes de agua que especulan con su precio debido al alza de combustible, siendo el Derecho Humano de acceso al agua, continuamente vulnerado, sin que el Estado cumpla con su rol de garante del ejercicio de los derechos.

La crisis económica generada por la pandemia, los conflictos bélicos en el mundo y la inestabilidad política del país están agravando la crisis alimentaria visibilizada en el alza continua de precios de la carne, las hortalizas y tubérculos como la patata, ingrediente principal de la dieta peruana que ha subido siete veces de 0,25 a 1,75 euros/kg. En este escenario se ha reducido la capacidad de las familias de acceder a alimentos con repercusiones graves en la salud, registrándose actualmente el incremento en la anemia y la desnutrición crónica de las personas más vulnerables como la niñez, infancia, mujeres gestantes y lactantes y las personas adulto-mayores.

Con la contribución de la Diputación de Córdoba a través de la Fundación Social Universal, el Centro Guaman Poma implementa este proyecto de promoción de la seguridad alimentaria en la población de las zonas periféricas de la ciudad de Cusco, en base a la producción de hortalizas en las viviendas de los sectores populares con el uso de aguas grises, como agua de lluvia, agua de remojo y enjuague en el lavado de la ropa, entre otros.

El proyecto ha logrado capacitar a casi 200 personas de 14 organizaciones en el aprovechamiento de aguas grises, y apoyó puntualmente con algunos materiales y equipos para el almacenaje y la desinfección, el acondicionamiento de recipientes, la instalación de canaletas para la recogida de las aguas pluviales y el uso de técnicas de decantación física.

Del monitoreo a 25 familias se observó innovaciones como el uso de cilindros metálicos forrados con plástico y bolsas tipo manga para el almacenamiento de agua del lavado de hortalizas, del lavado de ropa y aguas pluviales (un día de lluvia genera de 80 a 150 l), verificándose un ahorro mensual de hasta un 15%, monto significativo para la precaria economía familiar que vive de los ingresos del día proveniente mayoritariamente del comercio ambulatorio. Marisol Malle Anaya, vecina de Loma Tica Tica, expresaba el beneficio otorgado por el proyecto con las siguientes palabras “mis plantitas antes se morían por la falta de lluvia, ahora que aprendí cómo almacenar el agua que antes desechaba, puedo poder regarlos y producir hortalizas todo el año.”

La disponibilidad del agua almacenada ha permitido a casi 50 familias incursionar en la agricultura urbana siendo apoyados desde el proyecto con la instalación de sistemas de riego por goteo para la producción de alimentos que contribuyen a la dieta alimentaria. La experiencia piloto se encuentra en proceso de réplica, donde el rol solidario de las organizaciones de mujeres se hace presente.

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