60 familias de Cusco han mejorado su seguridad alimentaria nutricional
En medio de un contexto de crisis alimentaria y cambio climático, 60 familias de 3 comunidades rurales y 3 barrios periféricos del Cusco han mejorado significativamente su acceso a alimentos saludables gracias a la implementación y mejora de biohuertos familiares.
La iniciativa se desarrolla en el marco del proyecto: “Población indígena de comunidades campesinas y barrios periféricos de la ciudad de Cusco acceden y disponen de alimentos saludables y nutritivos” financiado por el Ayuntamiento de Córdoba.
La selección de las familias beneficiarias se realizó en coordinación con las juntas directivas comunales y vecinales, priorizando a hogares con niñez, monoparentales o con integrantes con algún nivel de discapacidad. En las zonas urbanas, se valoró especialmente la disposición para reciclar agua, esencial para garantizar el riego sostenible.
El proceso de implementación incluyó la preparación del terreno, la construcción de estructuras de rollizos, como aporte de la población beneficiaria, y la entrega de malla raschell, para proteger los cultivos del frío y los animales, semillas y plantones de hortalizas como lechuga, brócoli, zanahoria y rabanito. Mientras que en las comunidades se instaló un sistema de riego por aspersión, en las zonas urbanas se optó por riego por goteo, utilizando aguas recicladas de actividades domésticas.
Pese a las dificultades climáticas, como las intensas heladas del invierno andino, los biohuertos iniciaron su producción con las primeras lluvias estacionales. En todo este proceso, el acompañamiento técnico permitió que las familias lograran hasta tres cosechas, con una producción promedio de casi 100 kilos de hortalizas por hogar. En las zonas rurales, el 50% de esta producción se destinó al autoconsumo, mientras que en áreas urbanas este porcentaje llegó al 80%, debido a la menor disponibilidad de otras fuentes alimentarias.
Al termino de este proyecto, beneficiarias como Tomasa Salazar Quispe, de la comunidad campesina de Ccoyllorpúgio, reconocía que “antes teníamos que comprar todo en el mercado, ahora tengo lechuga, rabanito brócoli. Me siento orgullosa de alimentar a mis hijitos con lo que yo misma cultivo.” Esta experiencia evidencia el potencial de los biohuertos familiares como estrategia de seguridad alimentaria, promoviendo la autosuficiencia, el uso responsable de los recursos y la resiliencia comunitaria frente al cambio climático. Más allá de los números, representa una semilla de esperanza para la soberanía alimentaria en los Andes.