El proyecto, a pesar de ejecutarse durante el primer semestre en un contexto de convulsión e incertidumbre socio política y crisis económica, logró fortalecer los emprendimientos de 6 organizaciones de mujeres dedicadas al turismo rural comunitario en la micro cuenca de Piuray Corimarca. Las mujeres organizadas desarrollaron con bastante interés y liderazgo sus emprendimientos turísticos con la progresiva incorporación del enfoque de género interseccional que mejora las relaciones de género en el ámbito familiar y en espacios públicos, incrementando su autoestima y el empoderamiento social y económico, al tiempo que revaloran su cultura ancestral.

El proyecto contribuyó a mejorar las infraestructuras de sus locales, innovar sus productos y estimular los servicios turísticos, incorporando criterios de calidez y calidad, que son reconocidos y valorados por visitantes, lo que favorece la articulación con los mercados local, nacional e internacional. Las 6 organizaciones manejan adecuadamente 6 instrumentos principales de gestión organizacional y empresarial y difunden adecuadamente sus prácticas ancestrales (textilería, biodiversidad, gastronomía, idioma, vestido) y ambientales (paisaje, biodiversidad, prácticas productivas) en la prestación de los servicios turísticos. Las lideresas y lideres de estas organizaciones están comprometidas en un proceso de mejora continua, lo que se evidencia en el incremento promedio de su cartera de clientes en un 41,7% y los ingresos en un 85% en 4 de las 6 organizaciones.

El proyecto ha logrado una intervención integral al abordar el desarrollo de habilidades sociales, organizacionales y empresariales de las mujeres (y hombres) participantes en el turismo rural comunitario. Este enfoque ha generado un impacto positivo en sus entornos familiares, comunales y organizativos. Las actividades de turismo rural comunitario se destacan por ofrecer oportunidades de empoderamiento a grupos vulnerables, especialmente mujeres y jóvenes, al involucrarlos activamente en la gestión y operación de las actividades. Este proceso contribuye a la equidad de género y promueve un desarrollo inclusivo en territorios rurales con más dificultades y menores oportunidades para desarrollar emprendimientos productivos rentables y pertinentes con su realidad sociocultural.

Otros logros destacar son el inter aprendizaje, la estandarización de servicios, considerando el cuidado del ambiente y la corresponsabilidad de mujeres y hombres en los cuidados, y la participación del grupo familiar y la comunidad en los emprendimientos. En resumen, el turismo rural comunitario no solo proporciona oportunidades económicas, sino que también actúa como un motor para el empoderamiento y desarrollo de mujeres y jóvenes, al tiempo que promueve la sostenibilidad y la conservación de la riqueza cultural y natural de las comunidades participantes.

La implementación del proyecto en la microcuenca Piuray – Ccorimarca ha representado más que el acompañamiento y el impulso a las 6 organizaciones, el reconocimiento del valioso patrimonio cultural y natural que caracteriza al territorio. Las prácticas ancestrales, la artesanía textil, el trabajo agrícola, han consolidado su posición como verdaderas embajadoras del turismo rural comunitario en el Cusco.